Tradiciones de Nochevieja en el mundo

No en to­das par­tes se co­men las uvas en No­che­vie­ja al son de las cam­pa­na­das co­mo se ha­ce en Es­pa­ña. La reali­dad es que hay ca­si tan­tas tra­di­cio­nes pa­ra re­ci­bir al Año Nue­vo co­mo paí­ses tie­ne el mundo.

Los más ex­tra­va­gan­tes son los ru­sos. Allí lla­man a la bue­na suer­te es­cri­bien­do sus de­seos y que­man­do la pa­pe­le­ta. La creen­cia po­pu­lar es que los án­ge­les los ab­sor­ben y se en­car­gan de cum­plir­los. Se pre­pa­ra to­do an­tes de las do­ce cam­pa­na­das y las ce­ni­zas se vier­ten en una co­pa de vino es­pu­mo­so que ha de be­ber­se mien­tras sue­nen las cam­pa­na­das pa­ra que los de­seos se cumplan.

De una ma­ne­ra al­go más des­es­tre­san­te lo ha­cen en Di­na­mar­ca, don­de aca­ban el año rom­pien­do los pla­tos des­pués de la ce­na de No­che­vie­ja. ¡Así se aho­rran fre­gar los platos!

En el Rei­no Uni­do, es el Big Ben quien re­ci­be al nue­vo año con sus cam­pa­na­das. Tras ella, una de­li­ran­te que­ma de 10 000 fue­gos ar­ti­fi­cia­les du­ran­te una do­ce­na de mi­nu­tos, en uno de los des­plie­gues pi­ro­téc­ni­cos más es­pec­ta­cu­la­res que pue­des ver en el mun­do. El co­lo­fón a la fies­ta lo po­ne el tra­di­cio­nal can­to a co­ro del Auld Lang Sy­ne.

En Ita­lia, lle­ga­das las do­ce de la no­che, no co­men nues­tras tra­di­cio­na­les uvas sino un buen pla­to de len­te­jas con co­te­quino. Lo ha­cen así pa­ra pre­sa­giar un buen au­gu­rio el año que vie­ne. Tan­to en di­ne­ro co­mo en sa­lud. Se di­ce que a más len­te­jas se co­man, más di­ne­ro se ten­drá al año siguiente.

For­tu­na bus­can tam­bién en Gre­cia ju­gan­do a las car­tas. Si ga­nan, es se­ñal de bue­na suer­te pa­ra el pró­xi­mo año. Y si no, siem­pre que­da ga­nar el pos­tre. A las do­ce se cor­ta el pas­tel y la per­so­na que en­cuen­tra la mo­ne­da que es­con­de ten­drá suer­te pa­ra to­do el año.

La tra­di­ción más ro­mán­ti­ca la en­ca­be­zan los Es­ta­dos Uni­dos, don­de no pue­de fal­tar el be­so de me­dia­no­che. De no dar­lo (o re­ci­bir­lo), au­gu­ran un pró­xi­mo año de soledad.

Co­mo ves, se tra­ta de una no­che con di­fe­ren­tes tra­di­cio­nes pe­ro con de­seos com­par­ti­dos en to­dos los rin­co­nes del planeta.

En Tu es­ca­pa­da | Así re­ci­bie­ron Lon­dres y Edim­bur­go el Año Nue­vo 2018 (vi­deo)